miércoles, 5 de septiembre de 2012

EJES Y COLORES


La comunicación.

Aquellos que disponen de información histórica tienen más oportunidades de ver el presente con objetividad y evaluar parte del futuro probable.

Es cierto que la gran mayoría de la población, incluyendo a quienes toman decisiones y tienen cierto poder, no dispone de dichas informaciones. ¿Por qué? Porque vivimos en un sistema de comunicación, y no sólo de información, que no da noticias del mundo en que vivimos, incluso, que nos proporciona una imagen completamente falseada y nos impide ver qué ocurre.

Los medios de comunicación tienen el poder de variar la información que se tira a la audiencia, modificando el estado de conciencia colectiva y si esos medios son manejados por el poder central, más manipulada estará la información. Un ejemplo de lo que digo es la famosa cadena nacional, la mandataria toma la información y la dice ella misma, no confía en los periodistas ni en sus propios canales y diarios, a su vez, intervenidos por el estado. Ocupar las primeras planas durante cierto tiempo es ocultar lo que pasa en el mundo.

Juan Domingo Perón, en su libro “conducción Política” dice que se trabaja en los cargos ejecutivos con tres temas: La información, el secreto y la sorpresa.

Manejar la información, manipularla, darle forma y mantenerla en secreto por el tiempo que sea necesario para luego tirarla y dar la sorpresa; en éstos tiempos poseer la información es tener el control y el poder.

Se puede engañar a pocos durante mucho tiempo pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo. De manera que, las cadenas nacionales que estamos escuchando a diario, no es nada más ni nada menos que un arte de engaño para una pequeña masa que no recibe información.

Una comunicación indecente (es decir, desprovista de valor intelectual, de decencia, de cultura) y manipulada (es decir, engañosa, bajo las múltiples formas que pueden inducir a error a aquellos que la reciben) priva a la población de inferencias intelectuales con las cuales defenderse. Un país no se puede considerar una democracia si una gran mayoría de su población está sometida a una comunicación manipulada y a una información fundamentalmente falsa.

El cuadro que tenemos ante nuestros ojos nos muestra que están a punto de robarnos la democracia, aunque no nos impidan ir a votar. Mejor; así seguiremos yendo a votar sin darnos cuenta (u olvidando) que el ejercicio de la democracia es algo muy distinto del ejercicio del voto. Este último no es más que una parte necesaria, pero no suficiente, para que se pueda calificar a una sociedad de «democrática».

Es evidente que el ejercicio del voto pierde todo su sentido y se convierte en un procedimiento puramente formal si los votantes ya no están cualificados para elegir, para ver la diferencia entre las variantes, entre los programas, entre las opciones. Y la información es lo que nos permite saber qué nos conviene elegir.

Mao y su legado.

El eje La Habana, Caracas, Buenos Aires es fundamental para entender que es lo que está pasando; éste eje tiene una pieza primordial arriba, falta un escalón y ése escalón se llama China, ya con su satélite Rusia.

Los líderes fundamentalistas y populistas de los países de “el eje rojo” dividirán al mundo en dos y se están armando para una guerra mundial en contra del eje OTAN conformado por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Comunidad Económica, incluida Alemania.

A finales del año 2002, el Pentágono difundió un documento que llevaba una firma muy importante, la de Donald Rumsfeld. En 2002, Donald Rumsfeld no era todavía ministro de defensa, pero es importante no perder de vista el hecho de que desde finales de 2002 el Pentágono calculaba que en 2017 el enemigo principal de Estados Unidos sería China. Se puede preguntar, ¿por qué en 2017 precisamente?

Porque es el resultado de los cálculos y las extrapolaciones efectuados por los centros de investigación militar. Basta con introducir en la computadora, como seguramente lo habrán hecho los analistas del Pentágono, los datos de tendencias demográficas, económicas, tecnológicas y militares de China para constatar que si el crecimiento de China prosigue al ritmo actual de 7-8% de su producto bruto como media anual (como lleva haciendo durante unas dos décadas), hacia 2017 mil trescientos millones de individuos comenzarán a consumir “demasiado”. Es decir, que comenzarán a comer tanto pan como nosotros, a beber tanta agua como nosotros, a poseer tantos coches como nosotros y a consumir tanta gasolina como nosotros.

Hay una enorme tensión social en el mundo, que ha crecido más allá de todo límite precedente, entre ricos y pobres. El número de ricos se restringe, mientras se vuelven más y más ricos, y el número de pobres aumenta, mientras se vuelven más y más pobres. La globalización ha producido una enorme cantidad de riqueza en una mínima cantidad de personas.

¿Cuál es la solución a todo esto? Supone sentarse todos juntos a la mesa (los representantes de Occidente, de Europa, de América, de China, de la India, del mundo árabe, todos juntos), sacarse las pistolas de los bolsillos y dejarlas a un lado. Supone que comencemos a conversar de igual a igual, honestamente, sobre el modo en que tenemos que vivir, salvar nuestro planeta, evitar poner en peligro nuestros glaciares, nuestros recursos; que nos pongamos a pensar en el futuro de nuestros hijos y de las generaciones por venir.

Es una de las posibilidades. Desgraciadamente, no es la más probable. ¿Cuál es la alternativa? La guerra. Por eso vamos hacia la guerra.

Vamos a la guerra porque el grupo que dirige los Estados Unidos y todos los grupos dirigentes occidentales son incapaces de decir la verdad sobre la situación actual del mundo. Estos hombres no tienen ni las herramientas culturales, ni la intención de hacerlo.

El aspecto esencial es que no se trata sólo de una lucha entre los ricos y los pobres del mundo. Nos enfrentamos a una lucha completamente inédita, que no puede contrastarse más con las viejas teorías del imperialismo, sino en términos más bien de supervivencia pura y simple del ser humano.

Es por eso que pido, que se rompa el eje rojo, para poder dialogar y enfrentar situaciones en las mesas de negociaciones. Solo los habitantes de éstas tierras pueden lograrlo si abren los ojos y piensan que el fin no justifica los medios; el mundo no ha cambiado pero los sistemas se agotan cada cincuenta años y debemos ser creativos para evaluar e inventar que sistema queremos.

Pongo mis ojos en Venezuela; en octubre habrá elecciones, esperanzado que lo rojo se transforme en verde.

Fuente de estudio: Giuletto Chiesa.

José Luis Senlle

www.jsenlle.blogspot.com.ar

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