sábado, 14 de enero de 2012

MEDICINA EN ARGENTINA. Propuestas para solucionar un grave problema.


He oído muchas veces quejarse a los médicos y pacientes, por luchar a favor de la relación contractual implícita que conlleva la consulta médica, ya sea en consultorio, en una emergencia o en cualquier situación que plantea una buena medicina.
Me he puesto a pensar, muchas veces, como los médicos y los pacientes salimos de esa queja tan absurda de nuestros tiempos; he buscado en leyes, la historia de éste tipo de quejas y veo que el problema principal es que los pacientes, que no son pacientes, son clientes de un sistema que, el médico consultor, si es bueno y toma su profesión como vocación, jamás tomará a un enfermo como cliente, lo tomará como enfermo.
Uno de los puntos más importantes del juramento Hipocrático dice que: ejercer mi profesión dignamente y a conciencia; velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente. Cuyo primer punto no se cumple en lo que se refiere a “dignamente”, por lo menos.
El problema de la medicina en la argentina actual, es que el médico ha cambiado, por razones de supervivencia, calidad por cantidad médica; se vio obligado a cambiar enfermedad por producción.
Todos éstos hechos se vienen dando desde los años 60 y 70, cuando a algún cráneo, de esos que nunca faltan hicieron favores con los enfermos, vendiéndolos como mercancía a los sindicalistas de turno.
Si un enfermo, de una determinada obra social, le descuenta un determinado monto, ¿Como puede ser que el médico, que no es prestador, reciba un ínfimo porcentaje de lo que el enfermo aportó?
La respuesta a la pregunta es muy simple; los intermediarios que hay entre los enfermos, devaluados clientes cautivos de una obra social, y sobre todo el sindical, se hicieron millonarios con ese vuelto.
La ley de desregulación de las obras sociales, intenta revertir la situación, pero vemos que es poco el esfuerzo, porque el cliente, para pasarse a una prepaga u otra obra social mejor, debe pagar de su bolsillo la contratación.
Tengo una propuesta mucho más radical de la que proponen algunos tibios que se encuentran en puestos de privilegio y no entienden lo que sucede.
Las obras sociales sindicales deberían ser manejadas por el estado, disminuyendo así, la cantidad de intermediarios que hay entre el enfermo y su médico.
Los sindicalistas no saben, no pueden ni deben manejar el dinero que los afiliados aportan para su salud, eso estimula la corrupción y los favoritismos sindicales que nada tienen que ver con lo médico.
Un camino comienza con el darse cuenta del paso que hay que dar y la acción hacia ese paso se hace con decisiones políticas claras en salud.
Me gustaría ver integrados a los sindicatos en la lucha para que los obreros estén mejor pagos y no sacando dinero de las cajas de las obras sociales en detrimento de la relación entre el médico y su enfermo.

José Luis Senlle.

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