lunes, 10 de octubre de 2011

LA TEMPESTAD

La palabra muerte, no lleva calificativos; como ser la muerte clínica o muerte cerebral; o se está muerto o no lo está.
Siempre encaramos la muerte desde la vida, es algo normal y lógico del ser humano definir muerte como algo malo, como que se acabó todo, porque nos aferramos a la vida, como lo más preciado que tenemos.
La muerte es un proceso natural de la vida, como el nacimiento o el crecimiento; no duele nacer, ni crecer ni tampoco debe doler el morir; si el morir duele es porque hay algo que anduvo o anda mal en el traspaso por la puerta del destino final.
Todos moriremos, como proceso natural del ser, con la vocación de vivir y dejar vivir; el no querer hacerlo es normal, pero pensando toda una vida en ese momento para cuando llegue nos reusaremos a cruzar la puerta como parte del egoísmo del agonizante.
Las etapas de la vida finalizan y es el mismo viviente quien declara la muerte de alguna etapa de su vida.
Tomo la muerte, desde la vida misma; para que nazca una flor, tiene que morir una semilla, para dar paso a una flor nueva, así sucesivamente.
Es difícil encarar el tema de la muerte y decirle a los muertos en vida que no se aferren a lo vital porque es más dolorosa la despedida; hay frases que lo explican perfectamente “prefiero morir con gloria en el campo de batalla que una muerte en una cama” pensamiento de algunos generales egoístas que murieron con la gloria de haber sido.
El trasvasamiento generacional en política es muy difícil, mirándolo desde el punto de vista del agonizante; a nadie le gusta que venga un joven a querer desplazar a un antiguo general que se resiste a morir, porque él piensa que todavía es joven, sin darse cuenta que ya no puede hacer nada por las generaciones venideras.
Para algunos políticos, la muerte es dura, vacía, gris como la conciencia que acompaña a su almohada. Llegan al final de su vida política, apurados, con una tempestad de dudas intentando de revertir todo lo que hicieron para ser recordados con la gloria, de por lo menos haber hecho algo. Se sienten vivos recordando viejas épocas, aunque la historia les repita en voz baja que “ya está”. Pretenden seguir viviendo para redimirse o solucionar lo que hicieron mal en viejas épocas, recordando y viviendo en viejas épocas, sin poder ver el presente y menos el futuro.
La nueva clase de políticos, jóvenes pujantes se encuentra todavía en una tierra por nacer, ya sin poder esperar que los viejos políticos se retiren a descansar a sus casas o bien enseñar historia de lo que no hay que hacer para llegar a donde estamos; no los culpo, hicieron lo que les dictó la conciencia en ése momento de la historia. Pero ya está.
El certificado de defunción política lo firmamos los jóvenes, cuando los jóvenes tomemos conciencia que es inevitable el retiro de la vieja clase política, para dar paso a la nueva generación de pensantes en un mejor país, nos reconoceremos y, con nuevas herramientas que nuestros viejos no tuvieron, tomaremos conciencia que corremos con ventajas de las cuales carecieron.

José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com

2 comentarios:

Andrea Pastorini dijo...

Hola buenos días, comparto plenamente el planteo y creo que igual que en la vida todo tiene que ver con el como.
Quiero decir, tenemos una "política" muy sucia que es mas que nada una guerra de poder solo por el poder y como realmente lo importante no es la conducción del país al progreso sino simplemente ver quien la tiene mas larga, el que deja el poder sabe que como lo hizo el cuando llego, van a arrasar con todo lo que el hizo lo bueno y lo malo solo por el titulo de autor y que tampoco tendrá participación en la nueva etapa política pudiendo legar su experiencia sino que sera simplemente eliminado.
Es mas o menos llevándolo al plano de la vida como cuando vemos un viejito/a con cara de bueno y no entendemos por que esta tan solo y nadie de su familia le presta atención (un joven cretino sera un viejo cretino)
Y eso en mi opinión es lo que tenemos una camada de políticos cretinos.
Esa por lo menos es mi humilde opinión, gracias por permitirme compartirla besos.

Beatriz Berneike dijo...

Creo y estoy convencida que no hemos sido responsables, si fueramos responsables comprometidos ni siquiera tendriamos gasto publico,pero claro, esto tiene un costo...trabajo...