viernes, 19 de diciembre de 2008

LOS VALORES ÉTICOS DE LA JUVENTUD Y LA DEMOCRACIA

La conciencia y la práctica de los valores éticos en los jóvenes, deben llevarlos de la forma más natural posible a vivir, comprometerse y defender la democracia, por ser un sistema político basado en la ética de la libertad, del Estado de Derecho, la justicia y la solidaridad.

La naturaleza humana es eminentemente ética; datos como la inteligencia, la libertad,
la vocación innata por la justicia, la razonabilidad y la capacidad de construir organizaciones sociales, cada vez más ordenadas y seguras en el ámbito de protección a la vida, son pruebas eficientes de la dimensión ética del ser humano. Es a través del conocimiento de sí mismo, del desarrollo de la historia y del progreso,
siempre superior en cada etapa de la humanidad, que el hombre ha descubierto su
vocación ética.

No es la materia, sino el espíritu el que mueve las energías creadoras del ser humano, y es esa magnifica capacidad de reconocer los valores éticos del hombre la que inspira el proceso de dominar la materia, transformarla y subordinarla a los objetivos de progreso intelectual predeterminados.

No obstante, también la historia revela que el mayor de los progresos puede estar rodeado de peligros, de tentaciones egoístas que son ajenas a los valores éticos. Bajo el influjo de situaciones de este tipo, la riqueza material y la obtención de poder como máxima aspiración tienden a imponerse. Se trata de momentos donde precisamente por haberse encapsulado y aislado los valores éticos, la sociedad se deshumaniza; es decir, se empobrece espiritual y materialmente, porque son las polarizaciones sociales, la concentración de poder en unos pocos, el desborde de la pobreza, de la violencia en las relaciones sociales y la reducción o eliminación de la democracia, las tendencias que mandan, unas veces rodeadas de riqueza que seduce y engaña; otras imponiéndose por la fuerza, la violencia y la represión.

Estos oscurecimientos de los valores éticos suelen corresponder a situaciones de crisis, que si bien afectan a sociedades enteras, se expresan con mayor agudeza en los segmentos juveniles. Pero más allá de una afirmación tan general como ésta, quiero hacer algunas precisiones sobre cómo afecta a los jóvenes de nuestros países
la crisis de valores que pudiese haber generado la sociedad post moderna de nuestros días.

Los grandes procesos de cambio suelen anunciarse en medio de períodos de crisis social intensa. La pretensión de instalar nuevos modelos genera resistencias, de un lado, y desajustes, por el otro, que se relacionan con la capacidad y eficiencia de los sistemas puestos en operatividad, para generar riquezas y satisfacción en el más vasto conjunto posible. Estos procesos son complejos, tensos y habitualmente contradictorios.

El proceso de modernización que viven los países de América Latina no es la excepción y si bien son visibles los avances en materia de retrocesos de las tendencias golpistas, mayor consenso por la democracia, progresos relativos en el
crecimiento de las economías, aceptación básica del mercado como regulador central
de la economía y orden en el gasto público, se está aún lejos de resultados que
permitan a nuestros pueblos sentirse motivados y expresados por la modernización.


Dr. José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com

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